LOS ÁNGELES NEUTRALES

Juan Torres Cubillos

¿Habrá que volver a leer íntegramente los libros de Miguel Serrano, aquellos que se refieren a lo que él denominó Hitlerismo Esotérico, para comprender que él señaló con claridad absoluta que no hay nada en común entre Wotan y Jehová? ¿Para entender que, aunque fonéticamente iguales, la “k” y la “c” implican universos diametralmente opuestos?

En una entrevista que le hiciera Javier Nicolás hace unos veinte años, para la revista Cedade, Miguel Serrano señala:
“Me crié en el cristianismo, en el catolicismo, como todos ustedes. Esta América es católica y lo era tremendamente mi familia, por ser tradicional. Por ello me ha costado muchos años llegar a liberarme de esa siniestra trampa del judaísmo. Pero es que no se puede ser nacionalsocialista, hitlerista, y a la vez cristiano. Esto tenemos que entenderlo bien y de una vez, porque si no, todo permanecerá a medio camino y el combate no se habrá planteado contra el Enemigo en los
términos exactos.”

Dado lo anterior, ¿cómo se permitió que el cadáver indefenso de Miguel Serrano fuese conducido a un templo católico y se le hiciera partícipe de una misa católica, donde se deben haber elevado preces a Jehová, alias “Dios” (para hacerlo más tragable para los goim despistados), donde se debe haber rogado a ese tal Jehová por el perdón de los pecados de Miguel Serrano, para que pudiera ascender a los “cielos” a cantar loores a Ese mismo, el Único, el Sin Amada?

¿Por qué no lo llevaron derechamente a la sinagoga? ¿Para qué andarse con rodeos y pasear por ritos más correctos socialmente?

Supongamos por un momento (sólo por un momento) que todas las religiones son patrañas. ¿Qué queda entonces de la noticia, tal como fue publicada por la prensa? Pues que, simplemente, la obra de Miguel Serrano fue sólo “literatura”, en el sentido estrecho del término. Una “perfomance”, se diría hoy. Nada muy serio, en todo caso, ya que la supuesta visión del mundo totalizadora de la que él hablaba ni siquiera dio para un rito funerario social y políticamente incorrecto. Por eso se habló en esos días del escritor, del diplomático, del poeta, del pensador. Nunca del nacionalsocialista.

Algún escritor, lleno de buenas intenciones, nos quiso aclarar: “El Hitlerismo Esotérico no se trata de Hitler de carne y hueso”. Sería, entonces, sólo un cúmulo de metáforas, parábolas, hipérboles, puras figuras literarias, palabrería hueca; nada vital, nada totalizante ni totalizador. La búsqueda del superhombre habría sido sólo la búsqueda de la atención del público.

Esto es el intento de trivialización de la obra de Miguel Serrano.

Es imposible que haya una “última voluntad de Miguel Serrano” que busque borrar con un codo católico lo que él escribió con su sangre visigótica. Ese literato amigo suyo que lo quiere rescatar de un “Hitler de carne y hueso” está equivocado. No se trata de una perfomance. La lectura de su obra es más literal, menos metafórica. No es una patraña; tampoco lo es el judeocristianismo.

¿Se imagina alguien al Führer diciendo que Alemania debía rendirse, que haber guerreado contra el enemigo de la humanidad habría sido un error, pues el judío internacional no sería realmente un peligro mundial, que la raza no importa, que la sangre no importa, que los ideales no importan, que somos todos hijos del Único?

¿Se imagina alguien a Miguel Serrano afirmando que sus libros eran letra muerta, que era sólo poesía surrealista, que al morir desearía una misa judeocatólica de difuntos, bajo la égida de Jehová, el destructor de los arios, en un “arrepentimiento de último minuto” que le permitiera subir al Cielo cristiano para dedicar la Eternidad a cantar loas a Jehová?

Este acto inicuo es simbólico y ha tocado el arquetipo de los Ángeles Neutrales.

Pero Miguel Serrano ya estaba más allá de misas y de iniquidades, más allá del bien y del mal, más allá de las estrellas; no pudo ser alcanzado por esta traición. Él y su obra son una sola cosa, él fue un hitlerista y hay que volver a recordar sus palabras, una vez más: “no se puede ser nacionalsocialista, hitlerista, y a la vez cristiano. Esto tenemos que entenderlo bien y de una vez, porque si no, todo permanecerá a medio camino y el combate no se habrá planteado contra el Enemigo en los términos exactos”.

Santiago de Chile, 14 de abril de 2009

TRAIDORES A DON MIGUEL

Alexander Wilckens B.


Los cobardes que en vida no se atrevieron a mirarlo a los ojos y contradecirlo, hoy en su muerte son valientes para traicionarlo.

Primera Traición: Don Miguel es enterrado con ceremonia judeo-cristiana bajo el techo del demiurgo Jehová, dios de la mentira, encarnada en su pueblo elegido; y su cuerpo depositado en lugar no deseado, lejos de su Ella-El y fiel Valkiria Irene. Ceremonias y lugares ajenos a sus pensamientos, intentando corromper su paso.

Segunda Traición: Se osa hacer un lavado de imagen del escritor Don Miguel, como si su intensa literatura Nacional-Socialista fuera solo una excentricidad de la cual se sirviera, pensamiento egoísta enraizado en quienes no comprenden la búsqueda de lo superior y solo siguen las ordenes de la masa con temor y cobardía.

Tercera Traición: seguramente será la aparición de escritos inéditos o interpretación de existentes, dando un vuelco a sus ideales y constante lucha.

La pobreza del pensamiento inferior, rechaza la genialidad en cualquiera de sus formas e intenta rebajar al Hombre Superior, a su vulgar posición de igualitarismo estéril.

Don Miguel, era y será distinto, su Lealtad al Nacional-Socialismo y nuestro Führer Adolf Hitler son incorruptibles.

La genialidad de su literatura se puso con humildad al servicio del Ideal Superior. Comprendiendo desde siempre su inevitable sacrificio en pos del Honor del paganismo Hitlerista.

Los parásitos siempre sabrán como sacar provecho de la carne muerta. Mientras el espíritu, mente y alma de Don Miguel, están lejos ya, en el Walhalla de los Dioses, dejando a los gusanos comer de sus restos en esta oscura ronda.

Sus verdaderos hijos, unidos por el Cordón Dorado, seguiremos recibiendo de El su Eterna Luz y defenderemos su figura hasta ser llamados a su Batallón de Guerreros Serranistas.

Heil Hitler!
Heil Serrano!
Sieg Heil!

Ehreland
Santiago, abril de 2009

CONSUMMATUM EST

Cristian Corvalán Villagrán


¿Traicionar a ese Dios? ¿Al que primero nos infundió
el sentido y nos infundió la vida, al animador,
al genio tutelar de nuestro Amor?
Eso, eso yo no lo hubiera permitido.
Hölderlin


Los tiempos finalmente se cumplieron, y lo que debió ser el apoteósico fin de una monumental ópera Wagneriana, la gran consumación, el colosal término de una vida de lucha, de entrega fiel y leal a la más hermosa melodía tañida en el comienzo de la caída como recuerdo incorruptible e imperecedero de la sinfonía increada del origen, expresada a través de la memoria de la sangre del Minnesänger de las serranías, debo decir obrando con justicia, que desgraciadamente, para muchos de los fieles y leales allí presentes, no fue y desagradablemente no llegó a ser más que una escueta romanza carente de genio, profanada por malintencionados ritos judeocristianos nacidos al alero de alguna mente ignorante, o quizás simplemente premeditada y por ello doblemente culpable, logrando cambiar con ello abruptamente, profunda y de manera irremediable, el escenario de la partida.

Oportunamente, aquellos oscuros ritos ya han sido rectificados por sus custodios leales, siguiendo paso a paso, con devoción prístina y diáfana, la voluntad superior que los guió por la ruta correcta que el mismo Maestro fuera dejando registrada sobre la partitura de su vida para la interpretación del último movimiento de su Fuga.

Sin embargo, el actuar noble de sus custodios enmendando el error infame, no puede ocultar aquello que se yergue en el recuerdo, asomando sus tentáculos horribles, al enarbolar el deplorable estandarte de la traición.

Enunciaba el eximio jurista romano Ulpianus, que no se ve que tenga mala intención quien usa de su derecho, no obstante, y fundamentalmente en este oscuro incidente, es sumamente necesario recalcar, aludiendo a Alfonso X, que quienes dejaron errar al rey a sabiendas, traicionando lo que sus consciencias debieron acusarle, merecen sin misericordia alguna, pena como traidores, porque haciéndome eco de estas sabias palabras, entiendo que no existe mayor traición que aquella ejercida contra nuestros principios fundamentales de compromiso y lealtad hacia el conocimiento entregado por Don Miguel, enseñanzas que cualquiera que las haya comprendido profundamente, le habrían permitido tener completa claridad de lo que el propio ser interior habría de demandarles a través de la fidelidad y la estricta observancia de los actos, palabras y escritos del Maestro, cualquiera de ellos, fundamentos infalibles, que les habrían aportado las claves necesarias para llevar a cabo los ritos imprescindibles y adecuados al momento de su despedida.

Lamentablemente esto no fue así, y extraños sucesos promovidos por las debilidades; reales, asumidas o simplemente fingidas de sus más allegados, terminaron devastando el paisaje por medio de una profunda y desgarradora agresión, una sedición inesperada de la consciencia hacia los valores más trascendentes que conllevan lo más elevado de cada uno de los fieles que allí estuvimos presentes contemplando un ataque, deliberado y ruin, a manos de personas ingenuas, endebles y confundidas que en su mansedumbre y adormecimiento no percibieron los indicios de aquellos actos terribles que posteriormente se sucedieron bajo su condescendiente clemencia, y que una vez llevados a cabo, de manera ciega, torpe e irracional, buscaron pretextos absurdos e inverosímiles que les pudieran otorgar la indulgencia plenaria de aquellos que con toda seguridad reprocharon sus actos pues preveían con antelación la oscura obra que se estaba programando.

Finalmente, aquello que debió ser un acto de pura consciencia y elevada trascendencia se convirtió en una apología a la flaqueza espiritual, a la fragilidad de los contenidos a la inconsecuencia de los actos de quienes conformaban el séquito espectral del mundo de las
sombras.

Renegar con dichos y acciones —voluntarias o involuntarias, conscientes o inconscientes— aquellas confianzas otorgadas, empeoran aún más la deslealtad pues a mayor confianza mayor es el valor que asume esta traición, llevando este acto definitivamente a los límites de lo perverso y abyecto.

“Excusatio non petita acusatio manifiesta”, rezaba el antiguo adagio latino, por lo mismo, cualquier explicación a estas alturas resulta inadecuada y falaz pues este asunto nos conduce a un camino sin retorno. No obstante, algo bueno puede sacarse en conclusión de esta absurda trama, pues es a través del mal que el bien siempre se alcanza. Y es que esta traición se ha convertido en un paso necesario e indispensable, una felix culpa en esta nueva historia que comienza a escribirse en el rescate del verdadero legado de Don Miguel Serrano, herencia que no se remite a simples bienes materiales pues como decía un peregrino de la Gran Ansia… el legado de Don Miguel “está más allá de la poesía, en medio de una comunidad de Camaradas y Hermanos que nunca olvidarán todo lo que es deuda eterna al Maestro de las serranías”…



H. H.
S. H.

En la Frontera, Temuco 5 de mayo de 2009